Me llamo Juan Antonio Padilla y vengo del colegio alemán de Bogotá, capital de Colombia en Suramérica. Tengo dos hermanos que van al mismo colegio, pero son más pequeños que yo (mi hermana tiene 6 y mi hermano 8) y pasé de vivir en una ciudad de 8.000.000 de personas y asistir a un colegio de 2.000 estudiantes, a vivir en un pueblo de 3.000 personas asistiendo a un colegio de 100 estudiantes de un día para el otro. ¿Por qué? Además de mejorar mi alemán, conocer otras culturas y ampliar el horizonte de mi cabeza, de vez en cuando es bueno un cambio para experimentar cosas nuevas y entender cómo vive la gente en otros países.
En Bogotá, las noches son ruidosas, se oyen muchos carros, música, obras en la calle, gente hablando, y demás ruidos incomodos a los que seguramente yo ya me acostumbré. En Joachimsthal, el único ruido que escucho por las noches es el de mi respiración, y el de los dos gatos que viven en mi casa. En Bogotá, los días festivos, los viernes y los fines de semana, vienen acompañados de noches largas llenas de fiestas, reuniones y eventos que se extienden hasta el punto de hacer a una persona llegar a casa a las 3 de la mañana muy cansado, deseando dormir, esto, cada semana sin parar. A eso me refiero con un cambio, un periodo de tiempo en el que las cosas sean diferentes para mí y mi familia, en un pueblo en el que la naturaleza está presente a menos de 10 metros de mi puerta, cosa que en Bogotá, viviendo en los altos edificios de muchos pisos y urbanizaciones que abundan la ciudad, es casi imposible de observar. ¿Cómo es el pueblo comparado a lo que esperaba? Una cosa es imaginarse el pueblo pequeño, frio y silencioso desde el sofá de mí casa en Colombia, y otra cosa es pasar a formar parte de esos 3.000 habitantes que se visten con enormes chaquetas y día a día viven el silencio. Estaba seguro de que todo iba a ser sencillo, tanto que al 2 de febrero, el día antes de venir, almorzando con mis papas en un restaurante, yo no asimilaba que iba a estar 6 meses fuera de mi casa, mis costumbres, mis amigos y familia y todas esas cosas que dejo. ¿Así que como es el pueblo? Frio pero cálido, seguro, sus habitantes son cordiales y amigables y sus calles solitarias pero acogedoras.
¿Colegio? Tal como me lo imaginaba. Pequeño, acogedor, corredores estrechos, trabajadores y profesores cordiales y respetuosos. Se entra a las 8:15 y se sale a las 15:00, se usan zapatos de casa para no repartir la suciedad de la calle por todo el colegio, y se tienen otras costumbres que seguramente para los estudiantes de este ya son comunes y es para ellos la realidad. Pero estoy bien con eso, pues el tiempo que llevo aquí ha sido increíble y me he divertido mucho, lo que me ayuda a dejar de lado la nostalgia y el shock de cultura, que, a pesar de ser muy poco, esta presente. Mis compañeros son muy amigables y me ayudan a solucionar cualquier problema que tenga con la lengua o con el contenido de la materia, a pesar de que siento que esta va por buen camino. En fin, es increíble ver como una persona se acostumbra a lo que le es común, al punto de que 6 meses por fuera de esto le parecen 15 años… Pareciera que fue apenas ayer cuando me estaba despidiendo de mi familia y mis amigos en el aeropuerto de Bogotá, y ya han pasado 3 meses desde entonces. Por eso, ahora lo que me queda es disfrutar y ver cómo se desarrollan estos 2 meses que quedan, esperando que sean iguales o mejores que los que acaban de pasar, y que estén llenos de los mismos, o el doble de aprendizajes que hacen esta, una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida.
Juan Antonio Padilla
Ich heisse Juan Antonio Padilla und bin in die Deutsche Schule in Bogotá, Haupstadt von Kolumbien in Südamerika. Ich habe zwei Geschwister, die in meine Schule sind, aber sind kleiner als mir (meine Schwester ist 6 und mein Bruder 8 Jahre alt) und ich habe zwischen ein 8.000.000 einwohner mit eine 2.000 Schüler Schule, und ein Dorf von 3.000 einwohner mit eine 100 Schüler Schule in ein Tag gewechselt. Warum? Neben der Verbesserung meiner Deutsche Sprache, andere kulturen kennen zu lernen und den Horizont meines Kopfes zu erweitern, manchmal ist es gut um etwas zu verändern, damit man kann neue sachen erleben und der Leben von menschen in andere Ländern zu verstehen.
In Bogotá, sind die Nächte sehr laut, höhrt man viele Autos, Musik, Werken und Menschen, und mehr unbehagliche Geräusche die villeicht sind jetzt für mich üblig. „…“ In Bogotá, Feier Tage, Freitags und Wochenenden gibt es Parties, Treffen, und viele Gesellschäftige Veranstaltungen die können ein Mensch um 3 uhr morgens zuhause zuruck gekommen machen, sehr müde und schlaffen wollen, jede woche. Das ist was ich meine mit ein Verânderung, ein Zeitraum, in die Sachen fûr mich und meine Familie etwas anders sein.
Schule? Wie ich dachte. Klein aber warm, mit nette und immer respektvoll arbeiter und Lehrern und kleine bzw. wenig räume. Es fengt um 8.15 an und um 15.00 ist vorbei. Alle benutzen Hausschuhe um die äuβere schmutzigkeit nicht drin mit zu nehmen und die haben andre wohnheiten die vielleicht sind für dem üblig, da es die Alltag ist. Aber das ist ganz ok für mich, da die zeit die ich hier schon gehabt habe hat mich unglaublich viel spaβ gemacht, was hilft mir mit Heimweh und mit die wenig Kulturschock, die allerdings da ist. Meinen Klassenkamaraden sind ganz nett mit mir und sie helfen mir mit irgendwelche schwierigkeit die ich mit der fach oder mit die sprache, die auf jeden falls finde ich ist besser geworden. Es ist für mich eine neue Erfahrung die ich hoffe will noch besser sein.
Juan Antonio Padilla